Europa Directo Ciudad Real

La Unión Europea es hoy una realidad, desde la oficina de Europa Directo de Ciudad Real informamos a toda la ciudadanía sobre las políticas de la UE, tus derechos como ciudadano europeo, los programas de estudio y ofertas laborales en otros países de la Unión, así como de aspectos de la cultura y la Historia de Europa. En este blog queremos dar a conocer nuestras actividades, los eventos llevados a cabo desde nuestro Centro o en los que hemos participado, y en definitiva dar a conocer a nuestros lectores la Unión Europea.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Soluciones en una Europa dual.

Los contrastes económicos dentro de la Unión Europea y los problemas derivados de la crisis económica han sacado a relucir más que nunca las diferencias entre una Europa rica, industrial, y que ha sabido superar de forma más o menos rápida la crisis sin apenas efectos perniciosos, capitaneada por la fortaleza de la economía alemana, y una Europa que está encontrando mayores dificultades para superar su situación económica, una Europa menos industrial y estable desde el punto de vista económico, cuyo ejemplo más paradigmático ha sido el caso griego.


La idea de que existen dos Europas, por tanto, se encuentra hoy más presente que nunca. Pero hay que tener en cuenta que ninguna nación del mundo, ni si quiera las principales potencias mundiales ni los grandes bloques económicos, se encuentran libres de estos desequilibrios. En Estados Unidos las principales regiones industriales, y con mayor peso demográfico y económico, se concentran en sus dos costas, la atlántica y la pacífica, existiendo algunos otros polos dispersos, sobre todo en el sur (como las ciudades de Texas) y en la zona industrial de los Grandes Lagos. En España existen igualmente diferencias económicas entre las distintas comunidades autónomas, siendo las más industriales y dinámicas las del arco mediterráneo, junto a la industria vasca y el polo central que representa Madrid. En Italia ocurre algo similar entre sus regiones, siendo la disparidad – no solo económica sino también con un matiz social, cultural e incluso político fuertemente marcado – entre un norte urbano, industrial y rico, y un sur rural, agrario y con rentas más bajas.


Estos desequilibrios se dan prácticamente en todos los Estados miembros de la Unión Europea, en algunos casos, el hecho de que las políticas comunitarias para paliar estas diferencias se hayan dado a nivel regional y no estatal ha hecho que las diferencias no solo sean en cuanto a factores socio-económicos sino también sentimentales con respecto a la conciencia europea, sobre todo en aquellos Estados con regiones o formados por países o nacionalidades de base cultural distinta y con un sentimiento europeista no muy marcado, es el caso sobre todo del Reino Unido – tan de rabiosa actualidad por la actual crisis que ha supuesto para la Unión el Brexit – donde las regiones no inglesas, de cultura gaélica o celta y tradicionalmente más deprimidas económicamente, han mejorado mucho gracias a las políticas de ayuda europeas (al igual que la República de Irlanda) lo que ha hecho crecer allí el sentimiento y el orgullo de pertenencia a la Unión Europea que choca y a la vez se retroalimenta frente al sentimiento inglés, más euroescéptico, y el centralismo londinense.


Pero volviendo a la dualidad que se da en el conjunto de Europa, ésta no es solo geográfica y económica, la situación de crisis reciente también ha conllevado una dualidad en cuanto a responsabilidades, y algo similar también estamos viendo en cuanto a las medidas a adoptar para salir de ella, en cuanto a soluciones, lo que emana más directamente de las instituciones comunitarias y los distintos gobiernos nacionales de los Estados miembros.

Todos y cada uno de estos sujetos implicados deberían hacer autocrítica y asumir su correspondiente parte de responsabilidad. La crisis griega cuenta con causas tanto internas como externas. Las primeras derivan de una mala gestión de los recursos y fondos financieros con los que contaba el país, como parece ser que ocurrió en Grecia, los distintos gobiernos helenos que se han sucedido en las últimas décadas han pecado de falta de transparencia con respecto al uso de dichos fondos, así como de no saber frenar en muchos casos la incompetencia en gestión política y económica o la corrupción. Mientras que las causas externas de la crisis, en el caso griego, y en parte también en el español, apuntan a una falta de concienciación y sensibilidad por parte de los restantes países de la eurozona, y sobre todo por parte de la troika y el FMI, hacia la situación que está atravesando Grecia, y la desventaja de la que partía su economía.


Siguiendo esta tendencia dual, las soluciones a adoptar para que Grecia salga de la crisis no son idénticas de emanar, por una parte, de las conclusiones del eurogrupo o de las llamadas cumbres del euro, donde siempre primaran los intereses nacionales de cada una de las partes, a hacerlo, por otra parte, de la propia Comisión Europea, más predispuesta en sus negociaciones al interés común, lo que a su vez contribuye a alejar a la opinión pública del sentimiento antieuropeista que suele surgir en coyunturas como la actual. Prueba de ello es el anuncio del 16 de Julio pasado en el que la Comisión Europea se comprometía a lanzar un plan para ayudar a Grecia a maximizar el uso de los fondos comunitarios con los que cuenta.


Lo “positivo” de la crisis – sin querer con esto desdramatizar sus nocivos efectos sociales – es que nos conduce hacia una reestructuración, una reformulación, de las relaciones entre los Estados miembros, y entre estos y las instituciones comunitarias, a un debate constructivo que pondrá a prueba el marco democrático en el que se basa la Unión, y esperemos que a partir de ahora se tienda a primar la solidaridad frente a la competencia.

Todo proyecto es siempre mejorable, y la Unión Europea, pese a los fallos que haya podido tener o los problemas que ha debido afrontar, ha demostrado hasta el momento que reporta más beneficios que desventajas a los Estados que la componen, y a sus ciudadanos y ciudadanas. Lo que ahora está en juego son las prioridades, el hecho de poner por delante de la deuda y la rectitud fiscal la preocupación por las personas, el bienestar de las sociedades europeas.

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