Este 28 de Julio se ha cumplido el
primer centenario de la I Guerra Mundial, conocida también como “Gran Guerra”, nombre
con el que hubiese pasado a la Historia de no haber existido la posterior, o también “Guerra Europea”, puesto que en una época de imperialismo como en la que nos encontrábamos Europa y el mundo eran una misma realidad.
En palabras del presidente del
Parlamento Europeo, Martín Schulz:
“Recordar esta lección
es la mejor manera de rendir homenaje
a los que lucharon y
murieron”.
Europeos y europeas de países que
luchaban en uno u otro bando fueron las principales víctimas de este conflicto, distinto a
todas las guerras conocidas anteriormente, con unos efectos catastróficos que se cebaron en la población civil, y con nuevas armas y tácticas
bélicas que alcanzaron un nivel de destrucción desconocido hasta el momento.
Para el presidente Martín Schulz el día
28 de Julio de 1914 constituyó el momento en el que “una crisis aislada se convirtió
en un conflicto global”, sin embargo, el atentado contra el archiduque
Francisco Fernando en Sarajevo, hecho que provocó el estallido de la guerra, debe analizarse como algo anecdótico, como la
culminación de un proceso más extenso y repleto de tensiones entre las
potencias occidentales, como la “gota que colmó el vaso” en un clima de creciente confrontación, pero las causas eran mucho más profundas,
una etapa previa de imperialismo, competitividad y tensión entre todos los países
europeos y que ha llevado a historiadores como Ferrarotti y Adamthwaite a acuñar
el término de “Guerra Civil Europea” para referirse a esta amplia etapa de tensión y enfrentamientos que se
inicia con este hecho, en 1914, y se prolonga con mayor o menor intensidad
hasta el final de la II Guerra Mundial, 1945, y cuyas principales víctimas fueron
la población civil. En la I Guerra Mundial las bajas humanas fueron de más de 8
millones de muertos, sin contar los innumerables heridos y desaparecidos.
Hoy, a un
siglo de este hecho, debemos reconocer que se trata de nuestra memoria histórica,
que la catástrofe vivida y las lecciones que sonsacamos de ella forman parte de
nuestra identidad colectiva.
La paz que
siguió a la I Guerra Mundial fracasó, quizá porque se centró en la humillación
de los vencidos, quizá porque no se cimentó en bases sólidas, y se produjo una crisis
del parlamentarismo democrático en todo el continente, pues de no haber sido así
no hubiese estallado un segundo conflicto en 1940 de mayores dimensiones aún que el anterior.
Sin
embargo, si que se dieron los primeros intentos para alcanzar la paz mundial,
todos ellos surgidos aquí, en el viejo continente, y con el fin de crear
organismos que asegurasen el diálogo y la diplomacia como vía de resolución de
conflictos frente al recurso a la violencia que había imperado en las
relaciones entre Estados hasta el momento, así se crea la Sociedad de Naciones,
primer organismo internacional, con sede en Ginebra, y cuya función era velar por
el mantenimiento de la paz, antecedente por tanto de la actual ONU.
El Parlamento Europeo celebró el pasado mes de Abril un
debate para analizar todos estos hechos en el que los
eurodiputados alertaron de la fragilidad de la interdependencia y la paz, tenemos el ejemplo en la Sociedad de Naciones, cuyas buenas intenciones fracasaron solo dos décadas
más tarde.
Tras la II Guerra Mundial se dará un
nuevo intento de alcanzar la paz y la concordia en el mundo, y sobre todo en
Europa, cuna de los Derechos Humanos, y será en este segundo contexto
antibelicista en el que surgirá la idea de unión entre pueblos europeos. Los
eurodiputados reclamaron este pasado mes de Abril y como recuerdo a esta
primera crisis del siglo XX, una mayor integración de todas las naciones de
Europa para combatir así la insolidaridad derivada de los distintos
nacionalismos y otros totalitarismos que minan la convivencia entre los
distintos pueblos de Europa y ponen en peligro nuestra paz.
El ex presidente de la Comisión
Europea, Durao Barroso, destacó la importancia de no olvidar este hecho, en un
mundo como el actual no carente de conflictos, como estamos viendo en los casos
de Ucrania o Palestina, y la necesidad de una Unión Europea fuerte que nos
ofrezca la posibilidad de mantener nuestras diferencias culturales dentro de un marco de unión y solidaridad.