El proyecto europeo cuenta con un último y principal objetivo: la mejora
y el bienestar de las sociedades que lo componen, y de hecho la Unión Europea es hoy un espacio
de justicia y democracia sin precedentes en la Historia de la Humanidad , pero aún
queda mucho por lo que luchar, muchos problemas que resolver, entre los que
debe destacarse la erradicación de la violencia de género en todas sus formas. La Unión Europea
contribuye a esta lucha tanto dentro como fuera de sus fronteras, la Carta de los Derechos
Humanos de las Naciones Unidas recogen medidas encaminadas hacia acabar con
esta problemática social, pero también lo hace la Carta de los Derechos
Fundamentales de la
Unión Europea.
Las políticas de género se encuentran igualmente recogidas entre
los objetivos del 2015, que fue el Año Europeo del Desarrollo, y contaron con
la supervisión de la
Asamblea General de las Naciones Unidas. Entre estos
objetivos se encuentran lograr el equilibrio por géneros en la escolarización a
nivel mundial, lo que contribuye a una mayor formación de la población femenina
y su futuro empoderamiento, bases de la igualdad entre sexos, así como otras
medidas tendentes a reducir la mortalidad femenina en todo el mundo, sobre todo
en etapas críticas como pueden ser el embarazo y el parto.
Dentro de la legislación comunitaria, la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea
define en su artículo 1 la dignidad humana como un derecho inviolable a
respetar y proteger, en su segundo artículo garantiza el derecho a la vida, en
el cuarto prohíbe la tortura y las penas o tratos degradantes o inhumanos, y en
su artículo 21 el derecho a la no discriminación por razón de sexo. La
violencia, dentro de la pareja, pero también en otras formas, constituye una
violación de todos estos derechos, pero eso se situaría en el plano teórico, a
la hora de tomar medidas se debe partir de un conocimiento, un estudio o
análisis, de la situación, del contexto.
En 2012 la
Agencia de la Unión
Europea para los Derechos Fundamentales (FRA, en sus siglas
en inglés) llevó a cabo un exhaustivo estudio en el que se entrevistó a unas
42.000 mujeres de todos los Estados miembros de la Unión Europea , y Croacia – que
entonces era un Estado candidato a la adhesión, a la integración en la Unión – con una media de
unas 1.500 entrevistadas por país, todas ellas mayores de 15 años, y a las que
se les preguntaron sobre cuestiones de violencia física y sexual dentro de las
relaciones de pareja, pero también sobre otras formas de violencia como el
acoso laboral o sexual, la violación, e incluso las nuevas formas de violencia
e intimidación a través de las nuevas tecnologías (como el móvil o Internet).
El estudio arroja resultados y conclusiones a nivel europeo pero
también por países, entre los cuales se puede hacer una clasificación en
función a los porcentajes de mujeres que han sufrido violencia: los Estados
miembros con cifras más altas son Dinamarca, Finlandia y Lituania, todos ellos
con entre 30-39% de mujeres que han sufrido alguna vez en su vida algún tipo de
violencia; mientras que los que cuentan con las cifras más bajas – entre 10 y
19% – se encuentran España, Portugal, Irlanda, Italia, Polonia, Grecia,
Austria, Chipre, Malta, Eslovenia y Croacia; el resto de Estados, con un gran
predominio de los países atlánticos y centroeuropeos, se encuentran en una
situación intermedia, entre el 20 y el 29% de mujeres que han sufrido
violencia. Es curioso que las cifras más altas se encuentren en países nórdicos,
pioneros en cuanto a políticas de igualdad y de género y con altas tasas de
bienestar y seguridad en temas sociales, mientras que los países mediterráneos
y tradicionalmente más católicos (como es el caso de Irlanda y Polonia) cuentan
con las cifras más bajas. El estudio no solo hace estadística sino también
estudio social de los datos explicando este fenómeno en el hecho de que en
países con mayores cotas de igualdad las víctimas cuentan con menos miedo y
presión social a la hora de denunciar su situación, mientras que en las zonas
donde aún hay machismo la problemática cuenta con mayores dificultades para
salir a la luz, aquí nos topamos con otra cuestión u obstáculo a la hora de
luchar contra esta lacra social: el miedo o los prejuicios a la hora de presentar
denuncias por parte de la mujer víctima de malos tratos, según el presente
estudio la mayoría de las víctimas no denuncian, por lo que las medidas
encaminadas a luchar contra la violencia de género deben ir también encaminadas
en esta línea.
Prácticamente en todos los Estados miembros de la Unión Europea existen medidas y
leyes para combatir esta problemática social y proteger a las víctimas de
violencia de género, España es pionera en este aspecto, aunque aún hay mucho
que avanzar. A nivel comunitario se cuenta con dos instrumentos de actuación: la Directiva sobre las
Víctimas de Delitos de 2012 y el Convenio del Consejo de Europa para prevenir y
combatir la Violencia Doméstica
de 2011. El primero de ellos cuenta con un carácter general, defender a las
víctimas de violencia o delitos, pero hace referencia también a esta
problemática en particular, mientras que el Convenio por su parte – también
conocido como Convenio de Estambul – aborda de forma exhaustiva todas las
formas de violencia hacia la mujer y las formas y medidas para atajarlas, no
solo dentro de Europa sino a nivel general, en definitiva garantizar los
derechos de la mitad de la población mundial. Por ello, desde Europe Direct
Ciudad Real apostamos por el trabajo realizado desde todas las instancias y
desde todos los flancos en la educación en valores y la prevención de la
violencia, y a favor de la igualdad de trato y el apoyo a todas las víctimas de
violencia, políticas positivas llevadas a cabo desde los diferentes ámbitos y
que han de dar sus frutos para concienciar y acabar así con esta lacra social y
alcanzar una sociedad más justa, democrática e igualitaria.