Europa Directo Ciudad Real

La Unión Europea es hoy una realidad, desde la oficina de Europa Directo de Ciudad Real informamos a toda la ciudadanía sobre las políticas de la UE, tus derechos como ciudadano europeo, los programas de estudio y ofertas laborales en otros países de la Unión, así como de aspectos de la cultura y la Historia de Europa. En este blog queremos dar a conocer nuestras actividades, los eventos llevados a cabo desde nuestro Centro o en los que hemos participado, y en definitiva dar a conocer a nuestros lectores la Unión Europea.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Discurso del Presidente Juncker en la ceremonia de entrega del Premio "Príncipe de Asturias de la Concordia".

Oviedo, 20 de octubre de 2017

(ORIGINAL EN ESPAÑOL)

Majestades,

Señor Presidente, Mariano,

Autoridades,

Premiados,

Señoras y señores,

Es una gran emoción y alegría para mí el poder estar aquí y recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia a la Unión Europea. Quiero dar las gracias a la Fundación. Este premio rinde  homenaje a los méritos y a los principios fundamentales de la Unión Europea, méritos y principios que han permitido que Europa sea hoy, en todo el mundo, un símbolo de paz, de democracia y de libertades.


(Traducción del francés)

Soy como Europa: puedo hacer progresos en español y Europa puede progresar en todas los ámbitos. 

Esta palabra concordia, es una palabra que me evoca muchas cosas. Es un término que hace referencia a la comunión entre los corazones y las mentes.  En este sentido, la palabra concordia refleja exactamente la naturaleza de la construcción europea, ya que la Unión Europea no solamente un asunto de espíritu, sino sobre todo un asunto de corazón.

Esta hermosa ciudad de Oviedo también le habla al corazón y al espíritu.  Se trata de la segunda vez que tengo el honor de visitar esta ciudad, pero esta vez es algo diferente: veo banderas de España en todas partes y es algo bonito. 

Sí, Europa, esta vieja Europa, siempre joven, activa, a veces con cara de preocupación pero a menudo sonriente, nos ha ayudado a dejar atrás las largas y trágicas noches del pasado. 

Es necesario recordar en ocasiones - de hecho, siempre -  que la paz, una paz continental que conocemos después de tantos martirios y desgarros en nuestro continente, no es algo evidente.  El proceso de paz es una conquista de todos los días, y muy frecuentemente, con demasiada frecuencia, olvidamos las vidas rotas, interrumpidas momentáneamente, a veces definitivamente, de la generación de nuestros padres, madres y abuelos. 

En las cárceles, en los campos de concentración, en los campos de batalla, en la miseria absoluta, en la desesperación más integral, nuestros padres y abuelos siempre han mantenido en el fondo de sus corazones este sueño eterno del «nunca más».  

Rechazaron que nuestras generaciones - y es su mérito, no es el nuestro - puedan volver a ver la guerra, la división, las dictaduras, el sálvese quien pueda, el rechazo del otro.  

Con mucha imaginación y una voluntad cada día renovada, quienes nos precedieron han transformado este sueño de postguerra, esta oración de la posguerra - «nunca más una guerra» - en un programa político con consecuencias positivas hasta hoy.  

Frente a la absurda fuerza de las armas opusieron la fuerza del Derecho- la fuerza del Derecho y el mismo Derecho -  que constituye un principio básico de una Unión Europea libremente consentida. La fortaleza de nuestra Unión, su poder, diría incluso, su "poder blando", se basa en el cumplimiento de la norma jurídica.  Es el Estado de derecho quien nos ofrece el espacio que nos protege, que nos permite convivir, que nos permite trabajar juntos, de hecho, que nos permite respirar conjuntamente en una coexistencia armoniosa y en el respeto de nuestras diferencias. 

España, ha conocido todos los sufrimientos que han afectado a los europeos a través del siglo XX.  España es una fuerza motriz de Europa.  Y el lugar de España está y seguirá estando en el corazón de Europa.  Sin España, Europa sería mucho más pobre.  

Don Juan Carlos, el Rey emérito, Su padre, Majestad - ustedes conocen la admiración que tengo a Su padre - quien ha unido su destino a la consolidación de la democracia en España, ha hecho de la integración europea la primera de sus prioridades.  En un mundo cambiante, incierto, imprevisible, Usted, Majestad, mantiene el rumbo y el legado de su padre. Sus distintas etapas en la Comisión Europea, primero como becario, y a continuación como Rey, muestran su singular compromiso con la causa europea y se lo agradezco.  

Sí, porque nuestro mundo cambia a una velocidad increíble, muy a menudo imparable, sorprendente.  Pese a que las cosas cambian rápidamente, no hay que olvidar lo esencial y recordar siempre que Europa sigue siendo la mejor defensa contra los dramas de nuestro pasado. Europa nos ofrece un hombro en el que apoyarnos.  Y Europa abre grande los brazos para abrazarnos a todos, sin excepción, y ofrecer tranquilidad y serenidad.  

Sí, sé que no todo es perfecto en Europa.  Conocemos sus debilidades y sus lagunas, y sus caídas frecuentes, pero, por otro lado, Europa es capaz de lo mejor, de conseguir los mejores resultados cuando se presenta unida y cuando los europeos caminan codo con codo hacia el mismo horizonte.  

No hay que perder la paciencia.  Hay que saber que Europa necesita paciencia y determinación, la paciencia y la determinación que exigen los largos trayectos y las grandes ambiciones.   

¡Viva España!  Y viva Europa!


Texto original pronunciado

Je suis comme l'Europe: je peux faire des progrès en espagnol et l'Europe peut faire des progrès partout.

Ce mot de concorde, concordia, est un mot qui me parle et qui me dit beaucoup de choses. C'est un mot qui fait référence à l'intersection, à la communion entre les cœurs et les esprits. En cela, le mot concordia reflète parfaitement la nature de la construction européenne, parce que l'Union européenne, elle aussi, est une affaire, oui, d'esprit, mais d'abord et surtout une affaire de cœur.

Cette belle ville d'Oviedo parle aux deux, au cœur et à l'esprit. C'est la deuxième fois que j'ai eu l'honneur de visiter cette ville, mais cette fois-ci c'est un peu différent: il y a le drapeau espagnol partout et c'est beau à voir.

Oui, l'Europe, cette vielle Europe toujours jeune, toujours active, parfois grimaçante mais souvent souriante, elle nous a permis de laisser derrière nous les longues et tragiques nuits du passé.

Il est nécessaire de rappeler parfois – en fait, toujours – que la paix, la paix continentale que nous connaissons après tant de martyres et tant de déchirures continentales, relève non pas de l'évidence. La paix, c'est une conquête de tous les jours, et très souvent, trop souvent, nous oublions les biographies cassées, provisoirement interrompues, parfois définitivement interrompues, de la génération de nos pères, mères et grands-parents.

Dans les prisons, dans les camps de concentration, sur les champs de bataille, dans la misère absolue, dans le désespoir le plus intégral, nos parents et grands-parents ont toujours nourri au fond de leur cœur ce rêve éternel du "plus jamais ça".

Ils ont refusé pour nos générations – et c'est leur mérite, ce n'est pas le nôtre – guerre, division, diktat, le chacun pour soi, le rejet de l'autre.

A force d'imagination et de volonté chaque jour renouvelée, ceux qui nous ont précédés ont transformé ce rêve d'après-guerre, cette prière d'après-guerre "plus jamais la guerre" en un programme politique qui sort ses effets bénéfiques jusqu'à ce jour.

Ils ont opposé à la stupide force des armes la force du droit – la force du droit et le droit, qui sont un principe fondamental d'une Union européenne librement consentie. Car la force de notre Union, son pouvoir, comment pourrais-je dire, son pouvoir doux, c'est de reposer sur le respect de la règle de droit. C'est la règle de droit qui nous offre un espace qui nous protège, qui nous permet de vivre ensemble, qui nous permet de travailler ensemble, en fait qui nous permet de respirer ensemble, dans une coexistence harmonieuse et dans le respect de nos différences.

L'Espagne, elle, a connu tous les tourments qui ont dicté le rythme à la marche des Européens à travers le 20ème siècle. L'Espagne, elle, est une force motrice de l'Europe. Et la place de l'Espagne est et restera au cœur de l'Europe. Sans l'Espagne, l'Europe serait autrement plus pauvre.

Don Juan Carlos, le roi émérite, Votre père, Majesté – Vous savez l'admiration que j'ai pour Votre père – qui a uni son destin à l'enracinement de la démocratie en Espagne, a fait de l'intégration européenne la première de ses priorités. Dans un monde changeant, incertain, imprévisible, Vous maintenez, Majesté, ce cap, et l'héritage de Votre père. Vos différents passages à la Commission européenne comme petit stagiaire d'abord, comme grand roi ensuite, dénotent Votre singulier engagement pour la cause européenne et je Vous en remercie.

Car oui, le monde, le nôtre, change à une vitesse incroyable, très souvent insaisissable, toujours surprenante. Bien que les choses changent rapidement, il faut garder à l'esprit l'essentiel et se rappeler toujours que l'Europe reste le meilleur rempart contre les drames de notre passé. L'Europe nous offre une épaule où nous pouvons poser la tête. Et l'Europe ouvre grand les bras pour nous embrasser, les uns et les autres sans exception, et elle nous donne tranquillité et sérénité.

Oui, je sais, tout n'est pas parfait en Europe. Nous connaissons ses faiblesses, ses lacunes, et ses affaissements réguliers, mais l'Europe, elle, elle est capable du meilleur, des meilleurs performances lorsqu'elle est unie et lorsque les Européens main dans la main marchent vers les mêmes horizons.

Il ne faut pas perdre patience. Il faut savoir que l'Europe a besoin de patience et de détermination, de cette patience et de cette détermination dont ont besoin les longs trajets et les grandes ambitions. 

Vive l'Espagne ! Et vive l'Europe !