El origen de la Unión Europea
lo encontramos en el corazón mismo del continente, y en naciones que
tradicionalmente venían protagonizando enfrentamientos entre ellas, lo cual más
que paradójico es esperanzador. Así, nace la CECA , primer cimiento de este proyecto. Los
Estados fundadores serán la
Alemania de Conrad Adenauer y el “milagro económico” – si es
que un avance basado en el esfuerzo y el trabajo de todo un pueblo puede
calificarse cómo tal – y la
Francia de la V República ,
país entonces económicamente dependiente de Estados Unidos pero políticamente
muy europeista; junto a Italia, el último país democrático y occidental en
tener “su milagro económico”, y los tres Estados del BENELUX, modelo de unidad
aduanera y económica que tiene su origen en la Unión económica belga-luxemburguesa del periodo
de entreguerras (1921) y que constituirán un ejemplo a seguir, un modelo para
la unificación fronteriza de la que hace gala la Unión Europea.
En 1973 se lleva a cabo una primera ampliación, las dos naciones
anglosajonas, Reino Unido e Irlanda, hasta ahora más vinculadas a Estados
Unidos y a la
Commonwealth que al resto del continente europeo, pasan a
formar parte de la Unión ,
junto a Dinamarca. Desafortunadamente, uno de estos Estados ha decidido
recientemente y mediante referéndum, abandonar la Unión, pero en este artículo nos centraremos en las ampliaciones, y no en el retroceso que suponen las escisiones.
La década de los 80 será la hora de los países del sur, de la Europa mediterránea, con
una democratización más tardía que el resto de naciones de la Europa Occidental (a excepción
de Italia) y una economía más pobre, comienzan a integrarse en el entonces
Mercado Común Europeo, es el caso de Grecia en 1981, y los países ibéricos,
España y Portugal, en 1986. La futura Unión Europea se extiende hacia el sur,
pronto lo hará hacia el este, conforme este ámbito se democratice y comience a
integrarse en la economía de mercado.
A mediados de la década de los 90, en 1995, las fronteras
comunitarias se extenderán por Centroeuropa con la adhesión de Austria, un país
que en cierto modo era similar a la Alemania
Federal , con una cultura y un pasado reciente modo muy
similares, aunque el caso austriaco a pequeña escala y con una economía más
agraria y menos industrial que la alemana. También se extenderán por la Europa nórdica, países que
ya contaban con un amplio, consolidado y desarrollado Estado del Bienestar, se
trata de Finlandia y Suecia, mientras que Noruega opta por la no integración tras
consultar a sus ciudadanos.
Si la década de los 80 fue la de la Europa mediterránea, la
primera década del siglo XXI será la de la Europa del este, lo cual entraña un mérito y un
esfuerzo mayor por parte de estos países, se trata de extender las fronteras
comunitarias más allá de lo que había sido el Telón de Acero. La Unión Europea no sólo es un
proyecto occidental sino que rompe la barrera entre las dos Europas de la época
de la Guerra Fría ,
así entran países que a partir de 1989 (cuando también se reunifica Alemania)
ven caer los regímenes políticos comunistas y comienzan a democratizarse, es el
caso de la República Checa
y Eslovaquia – anteriormente unidas –, Hungría, Polonia, e incluso Estados que
habían pertenecido a la extinta URSS, como las tres repúblicas bálticas:
Estonia, Letonia y Lituania; junto al primer país de la antigua Yugoslavia en
adherirse: Eslovenia, y pequeños países del Mediterráneo no exentos de
problemas, en este caso derivados del imperialismo, como son Chipre y Malta,
antiguas colonias o protectorados británicos.
Esta extensión de
la Unión Europea
se redondeará en 2007 con la integración de Rumania y Bulgaria, y en 2013 con
la integración de otra antigua república yugoslava: Croacia. Proceso que
probablemente no hay culminado como podemos ver por los candidatos existentes.
Todo este amplio proceso de ampliación de la Unión Europea conlleva un
enorme esfuerzo en cuanto a políticas que hagan más fácil la integración de
jóvenes democracias con economías aún en desarrollo, políticas no siempre
entendidas por Estados ya integrados desde hace años en el proyecto europeo y
que ahora tienen que ceder parte de sus prerrogativas en pos de una unión más
igualitaria y justa. La homogeneidad es difícil de alcanzar, para eso existen
los fondos estructurales, pero existe también miedo entre amplios sectores
sociales, sobre todo de Europa occidental, descontento con la integración de
países más pobres. Algunas voces ya han clamado por la creación de un Fondo
Monetario de carácter europeo y una Ley de Prevención de la Insolvencia de los
Estados miembros, instrumentos que en definitiva deben servir para evitar los
desajustes económicos y sus efectos más negativos.
Podemos ver esta situación como algo coyuntural, la Unión Europea nace como un
grupo abierto a nuevas incorporaciones y por tanto la ampliación se encuentra
en su misma naturaleza, quizá debamos ver la integración de estos países como
un reto y no un problema, un reto para Europa y sus instituciones, pero sobre
todo para sus ciudadanos, que en definitiva, somos los verdaderos protagonistas
de la creación de un espacio de libertad y bienestar para todos.