Acaba de celebrarse las 3 décadas de ingreso de España y Portugal
en el entonces Mercado Común que se hizo efectiva el 1 de enero de 1986. El proceso
de adhesión no fue fácil, ambos países contaban con una democracia aún joven
por lo que hubo que esperar a que ésta se consolidara. Pese a ello, las
negociaciones precedieron a ambas transiciones políticas, se dieron ya durante
la dictadura, y con la participación de grupos en el exilio. Estaba claro que
la evolución natural de los países ibéricos era hacia su integración
comunitaria, y que su democratización llevaba implícita la adhesión al club
europeo, a la “gran familia europea” como la denominó cierta vez uno de los
considerados “Padres de Europa”. España debía recuperar la democracia pero
también el lugar que le correspondía entre las naciones de Europa Occidental.
La solicitud de adhesión fue obra del gobierno de Adolfo Suárez, y el proceso
concluyó durante el gobierno socialista de Felipe González. Parafraseando al
nuevo jefe de Estado, el rey Juan Carlos I: Europa, más tarde o más temprano,
tenía que tener en cuenta a España, los españoles somos europeos.
Hay opiniones que han considerado este proceso de integración como
el más prolongado y complejo de la
Historia de la Unión Europea. Quizá es atrevido llegar a calificarlo así, y más teniendo en
cuenta que posteriormente tendrá que integrar a naciones salidas de dictaduras
populares o comunistas y por tanto años de aislamiento con respeto a Occidente.
Lo que sí esta claro es que hasta la década de los 80, la Unión Europea era un proyecto llevado a cabo por democracias occidentales más o menos consolidadas, y que es más difícil integrar a las
nuevas democracias, puesto que el proceso en este caso es doble. Los países de la Europa mediterránea, a
excepción de Italia, accedieron tarde a la democracia tras sufrir dictaduras
autoritarias o de derechas (el Franquismo en España, Oliveira-Salazar en
Portugal, y la Dictadura
de los Coroneles en Grecia). La década de los 90 será la de ampliación de
Europa hacia los países nórdicos (Finlandia y Suecia) y Austria. Mientras que
en el siglo XXI llegará el turno de los países del este de Europa, tras la
caída del muro de Berlín y el fin de la
URSS todos ellos comenzaron a avanzar hacia su
democratización, el 2004 será el año de la gran ampliación, 5 países del
antiguo bloque comunista (República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría y
Polonia), además de las 3 repúblicas bálticas que habían formado parte de la URSS hasta el momento
(Estonia, Letonia y Lituania) e incluso 3 pequeños países mediterráneos,
antiguas colonias británicas (Chipre y Malta) entraban a formar parte de la Unión Europea ; el proceso
continua en 2007 con la adhesión de Rumania y Bulgaria, y por último Croacia,
en 2013.
Cabe pensar que este proceso de ampliación no ha finalizado, y que
pese a amenazas como el referéndum británico, constituye un proceso progresivo,
y sobre todo esperanzador. La integración de tantos Estados es complicada, y
alcanzar la homogeneización económica con la generalización de las mejoras
sociales y el bienestar de sus ciudadanos, una ardua tarea que requiere
esfuerzo por parte de todos, sin embargo, los logros para los ciudadanos y
ciudadanas de la Unión
están ahí: la libre circulación de personas y mercancías, mismas condiciones en
todos los países miembros, un campo de posibilidades inmenso en cuanto a
programas europeos, para estudiar, trabajar o incluso viajar por Europa, sobre
todo para los más jóvenes, mayor democratización de las instituciones que
conlleva una mayor participación e implicación de la ciudadanía, y en
definitiva el crear un espacio de libertad y bienestar sin parangón en la Historia como lo es hoy la Unión Europea es una realidad
incuestionable.
El camino no ha
sido fácil, la Europa
de posguerra nada tiene que ver con la actual, pero aún quedan mucho en lo que
avanzar. La crisis económica y social está cuestionando pilares básicos de la Unión Europea como son la
solidaridad entre sus miembros, el espacio Schengen y la ayuda a los más
necesitados. Esperamos que con el esfuerzo de todos no deje de ser un reto más,
como tantos otros presentados en el pasado.