La noción de ciudadanía europea aún es difusa, los ciudadanos de la Europa comunitaria aún
somos, para lo bueno y para lo malo, englobados, encasillados, en nuestros
respectivos Estados, así, se habla de italianos, franceses, búlgaros o eslovenos…,
pero pocas veces de europeos, de pueblo europeo como unidad nacional y cultural.
Los Estados o Estados-nación de Europa son hoy la célula básica de
clasificación político-territorial a nivel mundial, es la estructura estatal la
que se configura como sujeto soberano, por debajo únicamente hay divisiones
internas o regionalizaciones y a un nivel superior asociaciones, uniones de
Estados de forma más o menos voluntaria y que buscan un interés o unos
objetivos comunes. Esa es la realidad por mucho que se hable del auge de los
nacionalismos, de la “Europa de las naciones”, o de la globalización mundial.
En la Grecia
clásica – aquella gran cultura de la antigüedad a la que Occidente debe tanto,
principalmente la democracia – este esquema se correspondía con la polis y las
ligas. La polis o ciudad-estado era considerada el marco político perfecto, el
medio idóneo para satisfacer las necesidades políticas, sociales y económicas
del ciudadano como tal, pero en momentos excepcionales, en casos de emergencia
o necesidad, normalmente de tipo militar, aparecían las ligas, es decir
federaciones de varias polis que se unían para hacer frente a un peligro o
riesgo común. En el seno de estas ligas solía haber siempre una polis que era
más poderosa que ninguna y actuaba como líder. La existencia de estas ligas era
efímera, disolviéndose normalmente cuando el objetivo para el que habían nacido
se alcanzaba, o bien cuando una de las polis actuaba con demasiado
“protagonismo” y había peligro de que se tendiera a pasar de una unión
voluntaria a una hegemonía imperialista, la Atenas de Pericles y la Liga de Delos son prueba de
ello. En el mundo actual, Occidente ha importado, o ha impuesto, a todo el
globo su modelo político, heredado del mundo clásico, las polis-estado actuales
cuentan con una organización más o menos parecida, unas más democráticas otras
menos, unas “más Atenas” y “otras más Esparta”, pero ¿Cuáles son las “ligas”
actuales?
Nunca antes en la
Historia habían existido tantas organizaciones
internacionales como las que hay en la actualidad, todas bajo el paraguas de la
mayor y más importante de todas ellas: las Naciones Unidas, que se define como
gobierno global cuyos objetivos son la cooperación mundial. Existen organizaciones
de tipo cultural, comprendiendo naciones con un pasado y una cultura común,
como es el caso de la Liga
Árabe, muchas de ellas no responden sino al interés de antiguas metrópolis
coloniales de seguir manteniendo lazos con sus ex colonias, a los que
normalmente une un mismo idioma, el ejemplo por antonomasia es la Commonwealth o
Comunidad Británica de Naciones que engloba a la mayor parte de los países que
pertenecieron al imperio británico; otros ejemplos similares serían la Organización Internacional
de la Francofonía ,
la Comunidad
de Países de Lengua Portuguesa o la Comunidad de Estados Independientes (CEI), España
en este aspecto no ha sabido aprovechar su potencial, la Organización de
Estados Iberoamericanos no deja de ser una cumbre, una mera reunión anual de
jefes de Estado y de gobierno. Dentro de las organizaciones de tipo regional
cabría destacar la
Unión Africana y la Organización de Estados Americanos. En el plano
económico se habla de Bloques Comerciales que buscan la unión aduanera e incluso
la monetaria, es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el
Mercosur en América del Sur, la
Asociación de Naciones del Sureste Asiático o incluso la OPEP u Organización de Países
Exportadores de Petróleo.
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