En los últimos
años, Europa ha vivido la mayor crisis migratoria, el mayor movimiento de
refugiados, desde la II
Guerra Mundial. Miles de personas que huyen del hambre, la
guerra, las dictaduras o incluso las catástrofes naturales llaman hoy a las
puertas de la Europa
comunitaria buscando respeto a sus derechos más básicos, y en definitiva en busca
de una vida mejor, aún a pesar del consiguiente drama humano que todo ello genera
y ante el cual no podemos mantenernos impasibles.
Las sociedades cambian, y nada tiene que ver el flujo, moderado en
muchos casos pero imparable, de emigrantes que comenzaron a llegar a Europa al
terminar la segunda gran contienda mundial con la crisis actual derivada del
problema sirio. A ambos fenómenos les une la desesperación de gente que busca una
mejora de sus condiciones de vida, aún a costa de perderla en su travesía como
desafortunadamente estamos viendo en muchos casos, pero existen algunas
diferencias entre ambos fenómenos que cabría analizar:
En primer lugar, la afluencia de emigrantes hasta el momento
presente seguía unas líneas, unas rutas, más o menos preestablecidas, que
venían marcadas por diversos factores como son los lazos históricos, la
cercanía geográfica o incluso motivados por episodios esporádicos de carácter
político o económico.
Así por ejemplo, los emigrantes procedentes de países del
subcontinente indio, como pueden ser pakistaníes o bengalíes, se dirigían al Reino Unido, su ex metrópoli, mientras
que los trabajadores emigrantes del Magreb prefieren Francia, y del mismo modo
los hispanoamericanos se dirigen a España. De entre los emigrantes
subsaharianos, los nigerianos se dirigen al Reino Unido, los senegaleses a
Francia, los ecuatoguineanos a España, y los etíopes prefieren Italia. Se trata
solo de ejemplos de ese factor histórico, íntimamente ligado al fenómeno
colonial – aunque no tiene por qué – que citábamos anteriormente, y en la que
tiene mucho que ver el compartir un idioma común.
El segundo factor, el de la cercanía geográfica, explicaría por su
parte, por qué los emigrantes de la
Europa del este y Turquía se hayan asentado tradicionalmente
en los países germanos de Centroeuropa (Alemania sobre todo, aunque también, en
menor medida, Austria); los magrebíes, sobre todo los ciudadanos de Marruecos,
hayan emigrado a España, y los tunecinos y albaneses a Italia, por poner solo
algunos ejemplos.
Por su parte, algunos movimientos migratorios de cierta
importancia han venido también precedidos o motivados por acontecimientos políticos
de carácter puntual, como podría ser el caso de la apertura de fronteras en
dictaduras de la Europa
del este (el éxodo de albaneses que se dirigieron al sur de Italia, más
concretamente al puerto de Bari, tras la muerte del dictador Enver Hoxha) o las
persecuciones políticas o religiosas en otras partes del mundo ( el caso por
ejemplo de la Uganda
del general Idi Amin, donde se decidió la expulsión de la próspera comunidad
hindú, que fue acogida por el Reino Unido provocando una crisis diplomática
entre ambas naciones, ex colonia y ex metrópoli).
Una segunda diferencia viene dada por la naturaleza de las
personas acogidas. Si bien en la mayor parte de los casos anteriores se trataba
de emigrantes de carácter económico, en el caso actual se trata de refugiados
que huyen de un conflicto bélico, una crisis por tanto de carácter
extraordinario que requiere por ello, y por sus dimensiones, soluciones diferentes
y de carácter urgente.
Por otra parte, una característica de esta crisis son las
consecuencias que está teniendo en los países del este de Europa. Se trata de
países en primera línea de llegada de los refugiados, y que históricamente han
emigrado pero no han recibido emigrantes, la llegada de refugiados ha constituido
un fenómeno prácticamente exclusivo de la Europa Oriental ,
para estos países que se democratizaron en la década de los 90 supone algo
novedoso. Resulta paradójico que surjan en estos países fenómenos de rechazo hacia
los que menos tienen, como el racismo, la xenofobia, y el ascenso de partidos o
grupos de ultraderecha, con un discurso antieuropeista y contrario a la emigración
exterior.
Europa es la región del globo que mayor número de refugiados ha
acogido a lo largo de la
Historia , entre sus principios el derecho de asilo es
fundamental. Disidentes y perseguidos por causas políticas, económicas o
ideológicas, han encontrado su hogar entre nosotros, y constituye también la
primera región en cuanto a ayuda al desarrollo. No obstante, falta coordinación
en cuanto a las soluciones a adoptar, estas deben ser de carácter global,
europeo. Ante esta nueva situación se presentan varios retos, unos internos y
otros externos: entre los primeros se incluirían las políticas de solidaridad,
los cupos de acogida y las políticas de integración en cada uno de los Estados
de acogida, y en los segundos destacar la política exterior común tanto para
hacer frente a esta crisis (política de asilo común y democrática, prevención
del tráfico de personas en las zonas fronterizas) como para actuar, trabajar,
cooperar, en el foco originario del problema, en los países de origen de las personas
que vienen a Europa buscando en definitiva no sólo una vida mejor, sino una
vida digna.
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