Su acta de nacimiento se firmó un 14 de junio de 1985 – un año antes de
la entrada de nuestro país en la Unión
Europea – en la ciudad luxemburguesa que le da nombre, en
Schengen, y hoy está conformado por 26 Estados, si bien, sus límites difieren
algo con respecto a los de la Unión Europea ,
hay Estados miembros que aún no se han acogido al mismo, mientras que sí lo han
hecho, sobre todo en materia de seguridad y cooperación, terceros países.
Los que
trabajamos informando al ciudadano sobre la Unión Europea sabemos lo que
muchas veces cuesta convencerles de las ventajas y los beneficios que esta
unión ha tenido para todos, de que manera ha hecho que mejorasen nuestras
vidas. En el caso del espacio Schengen es obvio, teniendo en cuenta que vivimos
en un mundo cada día más interconectado y en el que la gente cada vez viaja más,
pero paradójicamente es la población más joven, y la que por lo tanto, más se
beneficia de esta apertura de fronteras (a la hora de trabajar, hacer turismo,
estudiar, practicar el voluntariado…etc.) la más crítica y a su vez la que
muestra mayor sorpresa cuando le explicamos lo que ha costado a los europeos
que nos precedieron este logro, quizá porque piensen que siempre ha sido así,
no han vivido el cambio, lo que les lleva a no valorar lo suficiente estos
avances, todo lo contrario a lo que ocurre por ejemplo con los miembros de las
generaciones anteriores, y sobre todo con los antiguos trabajadores españoles
en Centroeuropa o Francia, los emigrantes de los 60 y 70 que por motivos no
deseados tuvieron que desplazarse a otro país. Otras personas no son
conscientes de lo que en realidad estas políticas comunitarias afectan a su
vida diaria, viéndolas como algo lejano, cuando en realidad pueden
beneficiarles en su día a día más de lo que creen, un caso por ejemplo podría
ser el del roaming, hoy en día todo el mundo, para lo bueno o para lo malo, es
muy dependiente de las nuevas tecnologías, y el hecho de que podamos utilizar
la telefonía móvil en las mismas condiciones en cualquier país de Europa nos
repercute en nuestra vida cotidiana.
Estos ejemplos
“chocan” con la corriente crítica y el euroescepticismo que ha hecho que en
determinadas situaciones se ponga incluso a prueba los principios de unidad y
solidaridad de la Unión Europea ,
como ha ocurrido con la aceptación por parte de la Comisión Europea de
controles fronterizos de carácter excepcional ante el dramático fenómeno
acaecido de la crisis humanitaria de los refugiados y los ataques terroristas
en ciudades europeas.
Schengen es,
no obstante, un logro histórico irreversible y no negociable, la Comisión Europea
cuenta con mecanismos suficientes para hacer frente a los problemas
humanitarios o de seguridad. En definitiva, no se trata solo de favorecer la
movilidad interior de los europeos y crear una economía más integrada, sino
también de la generalización de la solidaridad, difusión del respeto y defensa
de los derechos humanos, y un mayor dinamismo cultural y turístico entre los
distintos y diversos pueblos que componen Europa.
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